marzo 30, 2009

El Mal de Ojo

Estuvimos fumando en la plaza dejando que la bala pasada se digiera
y la mami nos deje pasar a su casa, porque la semana pasada el juanca se mandó un condoro con una de las cabras. Desde ese día ya no nos quieren ni ver. No necesitan de nuestras veinte lucas entre cuatro. Le sacamos la cresta por gil. Cómo se te ocurre canalla de echarlo adentro. Ahora estamos a pura paja. La tarde se pasa rapidita; y el juanca se puso amarillo como papel, flaco y no come.


Estamos en la plaza fumando y esperando que la mami aparezca de la otra esquina y nos diga no hay problemas chicos, pueden pasar, un error lo comete cualquiera. Pero no fue así. Con este yeta al lado no habrá carne por buen rato. Ya parece que se estaba yendo para el patio de los callaos con su aspecto de perro flaco.

Antes que me vaya, la Susana me sacó un manojo de pendejos y dijo que me iba a hacer mal de ojo. No alcanzó a decirlo cuando ya tenía la pata tiesa. Al menos no estaba así por el coctel de manuelas, sino por la mala vibra que le tiraron al pobre. Hasta ya ni nos juntamos con los chiquillos ni pasamos por fuera de la casa con el temor que salga la vieja con garras de osos y nos depile la tula.

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